jueves, 25 de mayo de 2017

Hermanos

Te conocí la noche de un 25 de mayo
y jamás pensé que llegaríamos a ser tanto.

El alcohol pudo conmigo y me acerqué;
sabía que debía hacerlo.
Y sigo sin saber por qué.

Te conocí por puro azar
y jamás pensé que sería una decisión tan acertada.

Al principio hablar contigo era extraño,
pero por alguna razón era agradable
y acabamos siendo amigos.

Te conocí y me acerqué sin siquiera saber tu nombre,
pero eso realmente tampoco es que importe.

Me llevó año y medio considerarte mi mejor amigo,
y a día de hoy, ya no lo somos ni lo seremos jamás.
Somos mucho más que eso.

Te conocí sin pensar que podrías ser algo más que un simple colega,
y míranos ahora.

Y aunque hubo malentendidos y distancia
siempre me acababa acordando de ti:
echándote de menos, sin decir nada.

Te conocí y jamás consideré que llegaríamos a algo más,
que serías alguien con relevancia en mi vida.

Y es que no importa el tiempo que pasemos lejos,
serás, para siempre,
el hermano al que quiero.


(Felices cuatro años a tu lado.)

domingo, 14 de mayo de 2017

Tres senderos: sentido

El hilo se quiebra,
el camino se esclarece.
Se aproxima la hora:
en breve tocará saltar.

Hay tres senderos:
El primero, empieza a ser peligroso.
El segundo, me trasmite felicidad.
El tercero, es la opción cada vez más descartable.

Cada camino cobra su sentido

—para bien y para mal
y tengo claro que no pienso ahogarme:
ahora toca aprender a nadar.

Y en este punto

sé qué desvío me conviene más.
Sé cómo hacer para acercarme a ti,
mi tan anhelada felicidad.

Los tres senderos me harán renunciar a algo:

El primero, a la alegría.
El segundo, a la tristeza.
El tercero, a todo.

Ya está tomada la decisión:

he encontrado la brújula que marca el camino.
Ahora sólo falta encontrar la hora adecuada
para dejarme guiar por el camino que persigo.

Y me estoy volviendo a encontrar a mí misma
en este horrible sendero.
Todo empieza a cobrar sentido
y, en breve,
habré alcanzado la meta.

viernes, 5 de mayo de 2017

Prométemelo

Por favor, prométeme una cosa:
jamás te conviertas en otro de esos poemas míos
que hablan sobre cómo intento superarte
sin ningún porcentaje de éxito.

Dime que he perdido la cordura
cuando digo que quiero una vida contigo.
Dime que he perdido el norte
haciendo de ti, mi brújula.

Pero por favor, prométeme una cosa:
no será tu ausencia causante de mis desvelos,
esos en los que cuestiono si de verdad me quisiste
y acabo sin una conclusión, llorando como si fuese un «no».

Y dime que estoy exagerando
cuando hablo de todas tus virtudes.
Y dime que estoy ciega
porque te miro y no veo a alguien imperfecto.

Por favor, prométeme una cosa:
serás tú sobre quien hable
cuando hable sobre amor,
y sobre cómo conocí a Felicidad.

Dime que todas las rosas tienen sus espinas,
que en algún momento me pincharé acariciándote.
Dime que tus pétalos caen como el resto,
y yo haré lo posible para que nunca lo hagan.

Y por favor, prométeme una cosa:
no vas a permitir que deje de escribirte.
Serás la rosa que dure para siempre:
el protagonista de mis sonrisas.

Prométemelo:
seremos eternos.