lunes, 13 de julio de 2015

Aullidos tristes

Cada noche de luna llena el lobo se la pasa aullando. Un aullido triste, lleno de dolor. No entendía el por qué de su tristeza... Hasta ese día.

Hay muchas formas y muchos tipos de dolor, pero comprendí que el dolor de ese lobo era por amor: por un amor imposible, intocable.
Lo supe el día en que tuve un amor de ese tipo. Un amor perdido en la lejanía, que probablemente nunca llegase a conocer... Un amor inalcanzable.

Ese tipo de amor es el que más duele. El amor que está en primera posición en una carrera, que eres capaz de ver y que quieres alcanzar, pero que corre mil veces más que tú.
Y te entrenas cada día para poder alcanzarlo el día de la carrera, te dejas la piel en ello, pero al llegar el día de la carrera sigues sin ser capaz de alcanzarlo.

Imagínate que un día te duele el pecho. Y al día siguiente te duele más y te empieza a costar respirar. Y conforme pasan los días, más duele y más te cuesta respirar. Te sientes como si te estuvieran desgarrando el pecho y como si todo el oxígeno se escapase de ti.
En tal situación probablemente quisieses que dejase de doler y poder respirar con normalidad. Pues bien, esa es mi estúpida forma de explicar qué se siente con este amor.
Querer a alguien o algo inalcanzable te desgasta, te hace trizas, te consume, te rompe por dentro.

Y quizá por eso es por lo que el lobo aúlla con tal tristeza.
Porque tal vez el lobo está enamorado de la luna
y llora cada mes por un amor que nunca tocará.