lunes, 5 de mayo de 2014

Esclava del papel

Me hallo frente un papel el cual no sé cómo se supone que he de llenar. Tengo la sensación de que ha de ser con palabras, lo presiento. Lo necesito. Necesito llenarlo con palabras. Sé qué he de escribir, pero no sé el qué.

Me siento como como si fuese una necesidad vital para mi ser. Me siento vacía si no escribo, no hay nada más que me llene. Quiero escribir las veinticuatro horas del día, pero la inspiración no acude a mí.

¿Acaso soy una esclava de las palabras, de la escritura? ¿Una esclava de la tinta? ¿Una esclava del papel?

Siento que dependo de ello. Sin embargo es estúpido. ¿Cómo voy a depender de un mísero trozo de papel y un poco de tinta? Es una chorrada. Pero sin embargo cada día que pasa lo necesito más y más. No soy capaz de pensar en otra cosa; sólo quiero escribir hasta que me sangren los dedos, escribir hasta el fin.

Las palabras vienen y van, pero muchas, la mayoría, no se quedan y no me dejan escribirlas. Y me quedo en blanco. En blanco como este papel que tengo justo en frente, esperando a ser llenado con palabras y maravillado por la elegancia de éstas.

Pero no es más que un papel. ¿Cómo puede causarme tanta dependencia? Sin mí sólo es un trozo de papel en blanco más, sin valor. Y sin él yo... Sin él yo sólo soy una persona más. Sin talento ni aspiraciones. Una persona vacía.

Él depende de mí.
Yo dependo de él.
He de llenarlo con palabras para sentirme alguien.
Soy una esclava del papel.

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